sábado, 19 de marzo de 2011

arquitectura, con a minúscula

Arquitectura y arquitectura

A estas alturas puedo pensar por qué no recuerdo haber sentido la necesidad de poner un solo frontón en mi vida consciente de arquitecto (llamo vida inconsciente a la que corresponde a cuando los dibujaba). También llamo frontones a tantas y tantas formas de la arquitectura clásica.

Un buen día dejé de trabajar y procuré pensar libremente en lo que hacía y se hacía. Ese mismo día empezaron a desprenderse tantos añadidos que a cualquier pensamiento serio sobre arquitectura se abrazaban, se pegaban corro auténticas lapas, crustáceos. El resultado limpio era atractivo y pensé que también podía llamarse Arquitectura, tal vez arquitectura, y disfruté con esa a minúscula, ya que me bastaba para resolver los problemas que siempre la arquitectura tuvo que resolver: ordenación del mundo en donde desarrollamos nuestra vida.

Resultaba, además, que la limpieza obtenida sin crustáceos exigía, por sí y para sí misma un cuidado muy grande en planteamientos, en claridad de esquemas, hasta en composición, y que exigía una delicadeza y una fina sensibilidad que, tal vez, la Arquitectura al uso podía saltarse ya que luego podría ser tapado un no tan puro arranque.

Alejandro de la Sota. 
Escritos, conversaciones, conferencias

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